Despuntando todavía el otoño, ha llegado Elisa de madrugada. Se la esperaba pero ha irrumpido en nuestras vidas por la puerta inesperada, alterando el equinoccio del sosiego, donde los días y las noches son iguales.

Es muy elocuente nacer en otoño, la estación de los colores cálidos: de los verdes plácidos, de los amarillos suaves, de los sutiles violetas o de los tenues ocres. Dicha, candor y ternura nos sugiere el otoño. El candor y la ternura que emiten todos los recién nacidos y que quizá sea, el más cálido abrigo o la mejor arma defensiva  para amparar a los recién llegados a la vida

Elisa, en el otoño de nuestras vidas, ha conseguido que nuestras noches y nuestros días sean dichosamente distintos.

Lila nos cuenta que Elisa llegó en otoño, como gota de lluvia suave en el abanico del Ginkgo Biloba.

Comparte esta entrada