Siempre me pareció observar que, justo cuando uno llega a lo más alto, comienza irremediablemente su declive o decadencia. Esto debieran tenerlo muy en cuenta los “mandarines” en el momento de sus triunfos electorales, profesionales o corporativos. Pero no. Suelen cegarse y, llegados a la cumbre, el objetivo primordial, tapado e inconfeso, es mantener ese poder, que ha empezado a declinar casi exactamente en el punto y momento en que asumen su cargo.

Feijóo en esto pudiera ser la excepción, porque antes de llegar al culmen  ya ha comenzado su declive. Debió cuidarse de los idus de marzo, porque cuando llegue su consagración en abril, ya habrá comenzado, precoz y prematuramente, su declinación.

El caso es que, tanto buscó Feijóo su triunfo por aclamación, sin rival posible, que  está  ejerciendo de presidente del PP antes de serlo y, en consecuencia, en un par de movimientos se percibe ya el inicio de su declive al empezar a perder  la imagen y el carisma de centrista, sesudo, astuto y moderado, que tanto  le facilitaron su ascenso a la cumbre conservadora.

Estos dos movimientos no son impulsados o provocados por sus formales adversarios políticos, sino que lo son por sus conmilitones y correligionarios en una táctica que, objetivamente, tiene toda la pinta de operación combinada. Desde fuera del partido, pero desde su mismo espacio doctrinal, Vox lo utiliza de pasarela para avanzar en obtener poder institucional de relevancia, por primera vez, y logra el respaldo público de Don Alberto a la maniobra de Castilla y León. Desde dentro, Ayuso, el caballo de Troya de la extrema derecha en el PP, le tiende celada tras celada para involucrarlo, desde ya, en una oposición “trumpista” al Gobierno, muy a su estilo. Y parece que lo logra.

El mas claro ejemplo de esto último lo acabamos de ver tras la Conferencia de Presidentes autonómicos: Ayuso lanza la osada e indocumentada boutade de suprimir el presupuesto para las políticas de igualdad (permisos de maternidad, escuelas de 0 a 3 años, apoyo a las víctimas de violencia machista, etc) y dedicarlo, no se sabe como, a la “cesta de la compra”, de no se sabe quien y Feijóo pica y , subalterno, sale detrás respaldando el pintoresco disparate.

Es por todo esto, y no porque sea gallego, por lo que no se ve claro aún si Feijóo sube o baja. Y es que Feijóo puede estar bajando antes de culminar la subida, es decir, declina de la mano del tándem Ayuso-Abascal. Me temo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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