Aun en la aciaga circunstancia de que estas derechas extremas de España consiguieran formar gobierno en el Estado, acabarán perdiendo irremisiblemente, porque su apuesta política, económica, “cultural” e ideológica no resuelve, ni siquiera aborda cabalmente, ninguno de los problemas cardinales individuales y colectivos, locales y globales, que hoy están planteados, que son vigentes y que es imprescindible afrontarlos, abordarlos y darles salida. En “el corto plazo político”, serían desalojados del poder incluso por la mayoría de sus votantes, en su mayor parte, arrastrados por las artimañas de trileros, que se están utilizando a fondo desde las camarillas reaccionarias y desde sus medios mercenarios.
Las derechas españolas se mueven en posiciones populistas, neofascistas y antidemocráticas que son insostenibles incluso a corto plazo y, si en estos últimos años han reverdecido, seguramente con Trump como referente más global, se debe a que no son otra cosa que los últimos, coletazos violentos, anacrónicos y desesperados, de un neoliberalismo fracasado que provocó las más graves crisis de los últimos cuarenta años, que hoy solo sostienen, con la falacia y la violencia, plutócratas que devienen en elementos incluso “antisistema”
Su peligro no está, pues, en que puedan revertir radical y totalmente todo lo que se ha avanzado en los ámbitos del desarrollo democrático, económico, social, feminista, cultural o de los derechos y la diversidad de la ciudadanía. No podrán con ello porque es ya irreversible mucho de lo conseguido. Pero sí son coherentes la preocupación, alerta y alarma de las mayorías sociales que pueden ver seriamente recortada durante un tiempo, que siempre será demasiado, una parte relevante de lo avanzado y conseguido y, además, se demorarán respuestas a los problemas más acuciantes y, sobre todo, se establecerá un clima de violencia política y social que perjudicará a todos: “desde la altiva princesa a la gorda ama de cría”, que diría Don Mendo, muy macho y muy carpetovetónico él. Se dañará grave y principalmente a las mujeres, a las clases medias y trabajadoras, a los autónomos, a las pequeñas y medianas empresas, a los “menestrales” de la cultura y de la ciencia y, de un modo muy directo y especial, a las generaciones jóvenes.
Por ello, aun sabiendo que nunca podrán ganar “la guerra”, es capital que pierdan también la batalla del próximo 23-J para evitarnos “esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas” que, con un Gobierno de la derecha extrema española (PP y VOX), estarían asegurados.
Eso creo.