Me parece indudable que este 23-J el voto feminista ha sido decisivo en el resultado electoral y es que las mujeres, el feminismo, ha convertido a la mujer en ese “sujeto colectivo” esencial en la acción política que encarna los intereses y aspiraciones de las mayorías y, en consecuencia, también de los hombres. Quizá la mejor prueba de ello es que las dos derechas, ambas extremas, de este país dedicaron la mayor parte de sus recursos, sus esfuerzos y sus truculentas maniobras a combatir los avances conseguidos por las mujeres.

Las mujeres nos han conducido a resistir porque su interés es seguir avanzando. “Ni un paso atrás” proclamaban las portavoces más conspicuas del feminismo.

Nos han descubierto que solo se puede resistir avanzando y solo se puede avanzar resistiendo.

Yo lo veo así y creo que falta todavía el reconocimiento práctico y masivo de este su papel y la consecuencia efectiva de ello: su presencia correspondiente en el reparto del poder en todas las instancias políticas, económicas, sociales y culturales. Me parece que esta sería la adecuada hoja de ruta para avanzar resistiendo a la reacción: siempre ultrajante y violenta.

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