Dicen que Yolanda Díaz es la mejor ministra de trabajo que ha habido. Parece cierto, al menos en este momento y a juzgar por lo que ha programado,  hecho, promovido e impulsado, en poco más de un año, al frente de su ministerio. Aunque naturalmente es preciso esperar al término de su mandato para establecer la conclusión. Se la ha visto muy clara, combativa y, al mismo tiempo, eficaz negociadora. En esto se parece a su padre: también peleón y negociador, inteligente, sensible y con una gran intuición política. A mí me parece que Suso Díaz  fue el mejor Secretario General de CC.OO de Galicia, lo que, de ser cierto, significaría mucho, dadas la calidad y excelencia de tantos dirigentes de este sindicato. ¿Será Yolanda la astilla de tal palo?

Más que los resultados concretos ya constatados de la gestión de Yolanda, que sí destacan  en medio de una monumental crisis, lo que la hará realmente distinta y posiblemente la mejor ministra del ramo, en su día, es que, con su programa y sus logros y hechos, haya conseguido el giro  de 180 grados que, creo, pretende dar  al papel  tradicionalmente desempeñado por este ministerio  desde el establecimiento de la democracia, periodos socialistas incluidos.

Hasta ahora,  la labor primordial del ministerio de trabajo, visto lo que se hizo, era embridar a las clases trabajadoras, reducir su peso e influencia y evitar molestias a la patronal y a los poderes económicos fácticos. Si queremos un ejemplo diáfano de esto, basta recordar como todos los ministros y ministras de trabajo, que han sido, se dedicaron principalmente a hacernos tragar aquello de la “imprescindible competitividad de la economía española, que exige trabajo barato, precariedad laboral  y paro suficiente  para ampliar la oferta de mano de obra barata en el mercado”. Hacer tragar esto a los trabajadores  en ”paz social”,  era el contenido fundamental de los ministerios de trabajo. Luego, los problemas, la desigualdad, la pobreza, el paro o la sobreexplotación, ya si eso, se encomendaban a la Virgen del Rocío o se endosaba a las propias víctimas, como siempre.

Pues bien, por lo que de momento se ve, Yolanda Díaz  ha girado en redondo y su prioridad es la defensa de los derechos, retribuciones y condiciones  dignas del trabajo, para lo que se precisa intervenir, monitorizar y regular el mercado laboral, desde los poderes públicos, y establecer las negociaciones necesarias con las patronales para que se avengan, para impulsarlas al cumplimiento de las leyes y de la normativa laboral y para llevarlas  a la perspectiva de la participación de los trabajadores en las decisiones empresariales, así como al reparto más equitativo de esfuerzos y beneficios. Y esto es un cambio fundamental que, si se logra, no cabrá ya duda de que estaremos ante la mejor ministra del ramo.

Pero estos días parece que Yolanda Díaz se perfila y apresta para asumir un liderazgo mucho más amplio, importante y decisivo en la política española. Pues bien, yo creo que ahora Yolanda debe cuidarse y sus amigo y partidarios cuidarla mucho, porque veremos muy pronto como las mismas fuerzas fácticas, políticas y, de un modo especial, las mediáticas, que se esfuerzan tanto en blanquear a tantos de ”esos de los que usted me habla”, se dedicarán a negrear a Yolanda y a su entorno. Es decir, van a ir a por ella  con la insidia, el cinismo y el “navajeo” con que acostumbran a reaccionar cuando ven venir  lo que, para ellos, es el lobo. Con todo, los ataques que se avecinan serán buena prueba de que, seguramente,  estamos ante la mejor ministra  y ante una gran dirigente política para salvaguardar los intereses de las mayorías. Yo así lo veo y, hay que reconocerlo, así lo deseo. No los ataques, claro está, sino la esperanzadora realidad que los provoca.

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