Si no fuese por la pandemia, lo que está sucediendo ahora habría sucedido antes. Me parece a mí y lo explico.

Cuando Pedro Sánchez, allá por el 2016, fue defenestrado de la Secretaría General del PSOE, cuentan las crónicas que cogió su coche, se recorrió España al grito  de “¡somos la Izquierda!”, reunió a su lado a un grupo muy activo de leales y logró captar el apoyo de los militantes socialistas más de verdad y más de buena fe, lo que le permitió recuperar el poder en el partido. Pedro volvió a esgrimir lo de “Somos la izquierda” en la sucesivas elecciones generales, aunque aquí ya sonó un pelín más pretencioso el eslogan, fundamentalmente por la determinación del artículo. Era creíble que Sánchez fuese “la” izquierda en su partido, pero ser “la” izquierda del país es demasiado, es presumir de lo que se carece. La izquierda, lo que se dice “la” izquierda del país, no era el PSOE. Como mucho podría ser parte de las izquierdas. Como bien vino a demostrar el Gobierno de coalición.

Constituido el Gobierno no dio tiempo a nada porque vino la pandemia. Pero en cuanto el problema comenzó a embridarse, Pedro abre una crisis de Gobierno con la que empieza a deshacerse de aquellos leales que lo habían apoyado en su peregrinaje por España y que eran “la” izquierda, al menos del partido. Este proceso culmina en el 40 Congreso con el abrazo a Felipe, con el grito de “somos la socialdemocracia” y con la recuperación de los viejos y renqueantes militantes del PSOE, que se habían doblegado al dogma neoliberal.

Pero tampoco el PSOE es hoy “la” socialdemocracia, como lo demuestra el tan significativo hecho de que Pedro esté intentando que la dirección de la llamada derogación de la reforma laboral del PP la lleve Nadia Calviño, hurtándosela a la vicepresidenta y ministra titular de Trabajo, Yolanda Díaz. Lo que es como poner la zorra a cuidar de las gallinas, conocidos los lazos y las querencias pro neoliberales de la Sra. Calviño, excelente discípula y adepta a las doctrinas que se aplicaron en Europa a la crisis del 2008.

El PSOE no es “la” izquierda ni “la socialdemocracia”, aunque en sus filas haya gentes de izquierda o socialdemócratas. El partido como tal, por sus hechos y políticas, ha derivado en una formación progresista, de centro izquierda y, eso sí,  inequívocamente demócrata. Los  socialdemócratas, reales, son hoy sus socios de UNIDAS PODEMOS que,  de facto, no van ni puede ir más allá, aun contando en sus filas con gentes claramente de izquierdas.

Lo dicho: dime de qué presumes y te diré de  qué careces. Yo lo voy viendo así y sería muy feliz equivocándome.

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