Este es el año de Emilia Pardo Bazán. Debería conmemorarse intensa y ampliamente  en toda España, pero muy especialmente en Galicia. Doña Emilia, como se la conocía, murió el 12 de mayo de 1921. Prácticamente un año después de la muerte de su gran amigo y amante Benito Pérez Galdós, con el que también compartió su adhesión al movimiento naturalista europeo. Defensora de los derechos de la mujer y precursora del feminismo en España, novelista, crítica literaria, ensayista, profundamente europeísta e introductora del  naturalismo en este país. Desde esta posición estética, superadora del romanticismo, Pardo Bazán es pionera en la novela social .Tanto es así que, seguramente la primera novela social y naturalista en España se debe a su pluma. Se trata de “Tribuna” que cuenta y describe la lucha de una líder sindical de las cigarreras coruñesas que se enfrentan a la explotación, reivindican sus derechos como  mujeres y como trabajadoras y acabaran reclamando la Republica.

Por cierto, es Doña Emilia la que, en esta novela, pone el nombre de “Marineda” a A Coruña.

La extensa producción literaria de Doña Emilia, su compromiso feminista, su importante presencia y aportación al mundo literario español, su propia  adhesión crítica al pensamiento naturalista, que trató de hacer compatible con sus creencias y con sus posiciones conservadoras, la perspectiva social de sus ensayos y novelas y la diversidad de géneros y subgéneros literarios que aborda, ofrecen un amplísimo abanico de posibilidades para realizar trabajos, actos e iniciativas conmemorativas . Todo llama a una celebración amplia, potente y diversificada del centenario de su muerte. El hecho de que, por fin, se haya recuperado para la ciudadanía, como bien público, el Pazo de Meirás puede aprovecharse ahora como el inicio de una conmemoración  digna de la personalidad, de la aportación y  de la relevancia de Doña Emilia.

Si los dirigentes políticos, en el candelero, que hoy se declaran liberales, conservadores y cristianos, alcanzasen la mitad de la altura intelectual, de la sensibilidad social y del sentido ético de los que hizo gala Emilia Parado Bazán, el grado de madurez de nuestra democracia sería otro. Doña Emilia pertenecía al mundo conservador ilustrado, hijo de la Revolución Francesa que en España fue  liquidado, parece que para siempre, por el “glorioso Movimiento Nacional”. Esta es una gran desgracia para este país.

Releer desde hoy a la Pardo Bazán puede y debe resultar regenerador para una derecha que no ha conseguido sacudirse el pelo de la dehesa franquista. Para un demócrata y para la izquierda es la ocasión de conocer bien nuestra historia y de reconocer las aportaciones que han significado un avance importante en la lucha por las libertades, la igualdad y los derechos civiles.

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