Felipe VI parece apuntarse a recuperar las dos Españas, sumándose a las filas de esa España que “ha de helar el corazón de los españolitos, que guarde Dios”. Su llamada telefónica de alineamiento objetivo con la caverna judicial y contra el Gobierno legítimo, que legítima y legalmente refrenda, o no, las acciones de la Corona, constituye una toma de posición política clara. El Rey toma partido. El peor partido.

Estos dos último Borbones, sin verdadera legitimidad de origen, se cargan su hipotética legitimidad de ejercicio, con lo que a la monarquía le quedan dos telediarios. Y si no, malo, muy malo para “los españolitos que guarde Dios”.

Hace unos días, en uno de esos eventos de propaganda monárquica, una niña pregunto a la Princesa de Asturias qué quería ser de mayor. La princesa no pudo contestar porque, rauda, se interpuso Dña. Leticia, para aclarar a la ingenua muchacha que Leonor “tendría que ser reina”, es decir, no podría querer otra cosa. Pues bien, yo creo que Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia y, su esposa, Leticia Ortiz Rocasolano, harían muy bien  en educar a su hija Leonor no solo para ser eventualmente reina sino, sobre todo, para no serlo, ya que esto será lo que suceda más probablemente.

Yo lo digo por el bien de la niña, para evitarle frustraciones innecesarias, para que sea dueña de su destino y para que logre ser elementalmente feliz; que ella no tiene ninguna culpa de lo que está pasando, ni tendría por qué llegar a tenerla.

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