Yolanda está a la escucha y supongo que hace muy bien. Sobre todo en un país en que se grita mucho, se oye todo y se escucha muy poco. Yo, por mi parte, veré si soy capaz de escuchar a la  Yolanda que escucha. No solo oírla, sino tratar de entender lo que dice, discernirlo y valorarlo lo más acertadamente que pueda.

Y dijo Yolanda que poco o nada se puede hacer desde la izquierda en favor de la ciudadanía sin los movimientos ciudadanos, sin las organizaciones de feministas, vecinales, sindicales, ecologistas, etc., sin la sociedad civil organizada. “Los partidos”, añadió, “son claves y necesarios en democracia, pero no son suficientes”. Es más, yo creo que  son claves y necesarios incluso en los regímenes autoritarios y en las dictaduras para defender derechos y libertades, aunque tengan que operar en la clandestinidad.

Creo entender por tanto que en ese proyecto político “para una década” los partidos no son suficientes. Suficientes no, pero claves y necesarios sí.  Pero no siendo suficientes, para construir un proyecto como el anunciado,  sí son suficientes para impedirlo o, llegado el caso, destruirlo. Y ahí está la funesta clave del arco, la dovela del proyecto Yolanda. Es decir, que Yolanda sabrá si su proyecto es viable una vez que escuche a los partidos y saque las pertinentes conclusiones.

Por los movimientos y organizaciones ciudadanas parece que no va a haber problemas insalvables, pero sí puede haberlos por los partidos de las izquierdas, porque objetivamente son tan insuficientes como imprescindibles para que cristalice un movimiento político democrático genuinamente transformador, como el que se proyecta, y porque no siempre sus “nomenklaturas” están libres del corporativismo partidista, del sectarismo y de la visión cortoplacista de la política.

Mucha gente del común progresista, de izquierdas e incluso liberal, moderada o conservadora pero genuinamente demócrata, sueña y desea una acción política unitaria de las fuerzas convencionalmente situadas a la izquierda de los socialistas. Fuerzas que, en una “competencia virtuosa”, con el PSOE podrían conformar un futuro gobierno progresista claramente mayoritario y de amplio espectro, capaz de abrir un holgado periodo, tranquilo y participativo, de reformas y cambios para avanzar en la democracia, en el Estado del bienestar, en la igualdad e incluso de abrir un debate democrático para abordar los cambios institucionales y constitucionales pendientes y fundamentales para preservar la democracia misma.

Lo que es evidente es que en las próximas elecciones el PSOE, solo o con las fuerzas a su izquierda divididas, divorciadas del tejido social que pretenden representar y políticamente irrelevantes, no podrá evitar la gran depresión social y política que se nos vendrá encima, de la mano del aparato político español más corrompido desde el franquismo y heredero de él. El incremento de la desigualdad y de la pobreza, la pérdida de derechos, en encanallamiento e incluso la violencia social y política será el horizonte del próximo decenio, cuando menos.

Esto, creo, es lo que vengo escuchando estos últimos meses y me parece que deberíamos tomar nota. Todas y todos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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