Feijóo es como la Gioconda, fóra a alma, como decimos  en Galicia para  aquilatar  las comparaciones, que suelen ser odiosas. Pues bien, Feijóo es como la Gioconda fóra a alma y, claro está, políticamente.

Para la inmensa mayoría de los Españoles la figura de Feijóo resulta enigmática, ambigua, difusa y carente de nitidez. Incluso se tiene la impresión de saber muy poco de él porque, el que sea o haya sido amigo de un narco, tampoco lo singulariza tanto de otros dirigentes de la derecha gallega. Incluso que haya nacido en la localidad de Os Peares es confuso. Os Peares no es lo mismo que la  parroquia del mismo nombre, sino que también son aldeas que no tienen, digamos, personalidad administrativa oficial, y  pertenecen a dos provincias y cuatro municipios. Pues, de ese “no lugar”, es Don Alberto.

En torno a la Gioconda también hay mucha confusión. El que se diga que la modelo de Leonardo era Lisa Gherardini, la mujer de un próspero comerciante  de telas, es solo una hipótesis y hasta su sonrisa resulta tan enigmática y ambigua, que es confusa, ha sido objeto de sesudos estudios e  incluso se duda de que sea realmente una sonrisa. Este efecto pictórico  Da Vinci lo consigue con el “sfumato”, técnica que consiste en  difuminar los bordes de las figuras, gradando los tonos y colores hasta producir una impresión borrosa, vaporosa, como de humo, que diluye los  contornos.

Pues bien, el “sfumato” es la técnica política de Núñez Feijóo. Y por eso resulta tan enigmático, confuso, ambiguo y falto de nitidez. Pupilo de Romay Becaría, parece más modernito que él, pero en realidad es más antiguo; heredero de Fraga, parece más moderado que el patrón, pero en realidad y en muchos aspectos es más radical. Un  buen ejemplo puede ser su política  del “bilingüismo armónico”, que no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro: simplemente se trata de seguir privilegiando al castellano y degradando el gallego, hasta reducirlo a una reliquia. Se vende como un excelente gestor, cuando es incapaz de gestionar bien nada. Basta ver, por ejemplo, el fiasco  financiero para Galicia tras su intervención en la fusión de la Cajas de Ahorro o tras sus  acuerdos de industrialización con multinacionales que acabaron en nada. La foto de Feijóo  “apagando” un brutal incendio con una manguerita de jardín y calzado de náutico mocasín, da perfectamente la imagen de su real capacidad gestora.  Los principales indicadores económicos y sociales dan buena cuenta  de cómo queda Galicia tras la  dilatada “gestión” de Feijióo.

En la reciente crisis del PP, Feijóo aparece limpio de polvo y paja, muy institucional él y como el mediador entre Casado y Ayuso, pero en realidad, más que mediar, se mete por el medio, apuesta por una de las partes, la menos limpia de polvo y paja, la rebelde frente a la institución partidaria y no duda en apoyar a Ayuso, defenestrar a Casado y, sin rival posible, ocupar su silla, que este era el asunto.

La trama mediática del régimen lo acoge y le da cuartelillo, pero se muestra muchas veces desconcertada por el nuevo líder de las derechas que apoya, por ejemplo, el pacto con la extrema derecha en Castilla y León pero no va a la ceremonia para evitar la foto. Pactos con los fachas sí, pero fotos no. Asume la jefatura, pero reparte el papel de hacer oposición con Ayuso: él se queda con lo económico y ella se apropia del debate ideológico y cultural, él va de moderado y ella de radical, ella de claro y nítido  perfil y él sigue con los bordes difusos y confusos del “sfumato”.

Tras el perfil claro y nítido de Ayuso está la derechita más joven y valiente del PP, las aguerridas huestes cruzadas de Abascal y el ideario  gestado en el vientre de la FAES, de Aznar. Con Feijoo están los barones moderados del PP, asediados por VOX en sus castillos, los restos de aquella derechona conservadora en proceso de vuelta a sus predios, una parte del aparato del partido y, eso sí, un difuso y presunto talante moderado, intencionadamente ambiguo, con ese gesto enigmático de la política del “sfumato”.

Para mí que Feijóo no lleva las de ganar, pero vete tú a saber. En todo caso, aquí podemos perder  todos. Y Feijóo incluido, si gana Ayuso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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