La derecha extrema y la extrema derecha han ganado con contundencia las elecciones en Madrid. Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez han logrado fagocitar al presunto centro derecha, Ciudadanos, pero no han conseguido todavía (¿) absorber a VOX, objetivo que les venía claramente señalado por Aznar desde la FAES. Pero Aznar puede estar satisfecho porque parece que se ha dado un paso importante en el restablecimiento de su añorado bipartidismo. De hecho, se está elevando mucho, otra vez, el croar de las ranas en la charca madrileña, que inaugurara Esperanza Aguirre, tras el tamayazo. Otra vez florecen los grandes negocios alrededor, por ejemplo, de obras faraónicas con la falsa coartada de su necesidad y su real utilidad de lucro de amigos y propaganda partidista. Otra vez se juega con las concesiones y autorizaciones públicas a los “amigos útiles” del universo mediático, a cambio de proyección pública y de blanqueo de la imagen y de lo que haya que blanquear.

Se trata de hacer reverdecer aquella España de Aznar que “iba bien”. La España de ladrillo y pandereta.  La España del cohecho, del sobre y de la caja B, no es que intente volver, porque nunca se ha ido del todo, pero sí trata de recobrar poder e impunidad.  Ya se otea en el horizonte la silueta de aquellos Consejos de Ministros plagados de futuros imputados. Quieren regresar. Este  es el verdadero sentido que tiene aquello de “Madrid es España”. Ahora, el objetivo de los ganadores es que España sea Madrid. El objetivo, digo, de los ganadores en Madrid, no tanto de muchos conservadores y liberales que, siendo demócratas, aún militan o apoyan al PP.

Ellos ganaron con contundencia y Madrid ha perdido con rotundidad. Ha perdido prestigio, afecto y consideración de muchas gentes. Se está deteriorando su imagen cosmopolita, de ciudad abierta, de capital de todos, de gran urbe transversal, avanzada, plural y de frontera permeable a todos los pensamientos, usos y costumbres que dignifican al ser humano. Madrid es hoy, seguramente, la gran capital de Europa que más pena da.

Ellos ganaron con contundencia en Madrid y Madrid ha perdido demasiados hombres y mujeres mayores que murieron abandonados y solos.  Ha perdido y está perdiendo salud y calidad de vida. Ha perdido servicios públicos en cantidad y en calidad y, durante estos dos próximos años, perderá muchos más.  Y, digan lo que digan desde púlpitos mediáticos mercenarios, los madrileños van a perder derechos y libertades.

Ellos ganaron con contundencia y los demócratas conservadores, democristianos y liberales están perdiendo instrumentos políticos partidarios que, desde sus posiciones ideológicas y políticas, puedan competir y contribuir con éxito al crecimiento sostenible, a la defensa del medio, a la convivencia social, a la igualdad de género, a la dignidad del trabajo o al respeto a los derechos humanos y al ejercicio legítimo del poder y de la gestión pública.

Ellos han ganado con contundencia y las izquierdas han perdido una oportunidad de avanzar significativamente en la lucha contra la corrupción y en la defensa de los legítimos intereses de las clases medias y trabajadoras.

Ellos han ganado con contundencia pero su victoria es pírrica porque no pueden ni podrán, desde sus presupuestos ideológicos y políticos, abordar las soluciones que los problemas de las mayorías necesitan

Ellos han ganado estas elecciones, pero yo sigo pensando que en realidad han perdido Madrid. Justamente porque es Madrid quien ha perdido. Y creo que se verá.

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