Desde el 23 de Enero las trabajadoras y trabajadores del S.N. de CC.OO. de Galicia están en huelga indefinida.  Creo que es la primera vez que esto sucede en un sindicato español: una huelga indefinida de sus trabajadoras y trabajadores. Es muy curioso que un hecho tan extraordinario y de tanta relevancia social y política haya tenido tan escaso eco en el entramado mediático. Porque es verdad que los asalariados de los sindicatos, CC.OO. incluida, han tenido paros parciales, acciones reivindicativas y conflictos laborales  con sus direcciones sindicales, pero siempre  se han resuelto, de una forma u otra, con el diálogo y la negociación. En este caso, sin embargo, se trata de una huelga indefinida por primera vez, que dura ya dos meses y que se está produciendo a “cara de perro”, sobre todo por parte de una dirección sindical “sordomuda” que intentó imponer servicios mínimos, rozando la transgresión del derecho de huelga, o que trata de reventar la huelga, alargándola, para ahogar económicamente a las y los huelguistas que, por cierto, son mayoritariamente mujeres. “Na casa do ferreiro, coitelo de pau”.

Las y los huelguistas son asalariados del sindicato que realizan un trabajo “fundamental”, nunca mejor dicho, dado que, como administrativos, técnicos y expertos son soporte cardinal de la acción sindical de liberados, sindicalistas y representantes de los trabajadores en las empresas y ante las instituciones. Ellos son los permanentes; los sindicalistas los cuadros y los liberados son necesariamente  los temporales.

Son, por lo tanto, imprescindibles pero, no sé si calificarlos además de ingenuos  o de candorosos, dado lo magro y elemental de sus reivindicaciones  y lo gordo de su paciencia. Porque, efectivamente, llevan desde 2014 sin renovar su convenio, con lo que aguantaron el deterioro de su vida personal y familiar durante nueve años prácticamente sin rechistar. Reclaman lógicamente un incremento salarial del 13%, pero repartido en cinco años (de 2021 a 2025)  con lo que piden una media del 2,5% de incremento salarial anual, cuando todos sabemos como va eso de la inflación. Ya quisieran las patronales de cualquier empresa lidiar con semejantes reivindicaciones. Y eso lo demandan trabajadores sin más remuneración que su salario: sin otras retribuciones por antigüedad, asistencia, transporte y otros pluses al uso. ¿Ingénuos? ¿Candorosos? En todo caso, buena gente y buena fe.

Si para esto los trabajadores de un sindicato tienen que hacer una huelga indefinida, hay que preguntarse  el por qué del aguante y paciencia de los huelguistas y en qué siglo están viviendo los dirigentes de CC.OO. de Galicia… y  los del Estado dado que, al parecer, apoyan la cerrazón de los dirigentes gallegos. Como también es verdad que los asalariados del sindicato en el Estado y en otras comunidades apoyan a los gallegos. Y aquí puede estar una de las madres del cordero de la cerrazón de las cúpulas del sindicato: el temor a que la contestación se extienda y contagie incluso a otras formaciones sindicales que, en esto, no son ni mejores ni peores que CC.OO.

Los trabajadores y trabajadoras en general, sean de donde sean y pertenezcan al sindicato que pertenezcan, no ganan nada con esta situación, porque CC.OO., si no la más, es pieza fundamental en la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores de este país y no puede permitirse, por tanto, la conculcación de sus propios principios en su propio seno.

Ojalá se alcance pronto una justa resolución del conflicto por la vía de la negociación leal y del dialogo constructivo para que los trabajadores y trabajadoras avancen en derechos, salarios y bienestar y para que no se haga bueno,  aquí,  aquello de  que “nunca pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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