Decir que la guerra civil española ha sido el “enfrentamiento de los que querían la democracia sin ley y los que querían la ley sin democracia” es propio de un ignorante o de un avieso. ¿Es Pablo Casado avieso o ignorante? El hecho de que el atrabiliario aserto se haya pronunciado, con descaro y “sin complejos” desde la tribuna de la sede de la soberanía nacional, indica que el Sr. Casado es las dos cosas.

Es avieso porque tiene mala fe, la mala intención de que el personal se trague, como algo veraz, una patraña y una falsificación de tamaño natural; y es ignorante en todo caso: ya porque él mismo se  crea el contenido de su mistificado aserto, ya  porque se crea que la ciudadanía  es tonta y va a ser suficiente un retruécano ramplón para que el personal se trague una especie que falsifica, sin rubor, una historia bien conocida, que padecimos y que seguimos padeciendo en sus consecuencias nefastas. El propio intento, un tanto iluso, de blanquear la historia del golpe de estado de Franco, la misma guerra civil que este golpe provocó, y el franquismo subsiguiente, que todavía no hemos sido capaces de depurar totalmente, demuestran que el Sr. Casado es tan ignorante como avieso. No se blanquea nada bien con una brocha tan gorda.

No trato de insultar al Sr. Casado, sino de diagnosticar o describir su catadura política, que debe ser valorada, analizada y, en su caso, criticada porque es un representante público y, por tanto, puede beneficiarnos o perjudicarnos. En este caso nos ha tratado de perjudicar a todos pero, en realidad, a quien más ha perjudicado ha sido a los suyos. Sobre todo a los más lúcidos, serios y coherentes de los suyos. Nuestros conciudadanos liberales o conservadores, demócratas, no se merecen dirigentes ignorante y, menos, ignorantes  y aviesos, es decir, con mala fe.

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