Defendida LUNA REYES de los viles ataques de la canalla y valorados su trabajo, su empatía y solidaridad con las víctimas de nuestro modo y modelo económico, social y político, con el que algo tendremos que ver, deberemos preguntarnos qué fue del muchacho que recibió la ayuda y el apoyo de LUNA. No sabemos ni su nombre. Parece que es de Senegal y fue devuelto a Marruecos “en caliente”, con toda la frialdad político-administrativa y especial diligencia con que el poder actúa, cuando se trata de hacerlo contra los pobres. Decisión con la que también tendremos algo que ver.
El trabajo humanitario, bien hecho, de LUNA no nos absuelve de las responsabilidades individuales y colectivas que contraemos al sostener, apoyar o tolerar el sistema que genera estas catástrofes humanitarias, que no son ni casuales ni naturales. El destino del doliente muchacho senegalés es un justo reproche que nos atañe, nos cuestiona y nos debe interrogar. Alguien dijo que Hitler o Franco fueron posibles porque una mayoría de la gente decidió mirar para otro lado. ¿Hacia donde estamos, hoy, mirando nosotros?
El problema principal no está en la canalla que ha insultado ignominiosamente a LUNA, por mucho asco que nos dé, porque ellos solo son los matones descerebrados al servicio del sistema. Es verdad que son peligrosos, por violentos y atrabiliarios, pero no son más que lacayos y mercenarios. El problema principal está en un modelo económico, social y político que ha propiciado, mantiene y defiende la ley de máximo lucro y beneficio individual como objetivo; la desigualdad entre las personas, entre hombres y mujeres y entre los pueblos como mecanismo de mercado; la sobreexplotación ciega del medio ambiente y de los propios seres humanos como procedimiento para acumular riqueza; o la violencia social, política y física como instrumento de control y represión. En este modelo, cuya dureza refleja muy bien la foto de LILA, radica el problema principal y los culpables y causantes del problema son los que promueven, manejan, defienden y se benefician de este sistema.
Los pobres, las clases medias y los que esencialmente sufrimos las consecuencias tenemos dos posibilidades: o la complicidad o la lucha.
Y para la lucha sobran frentes, modos, oportunidades, espacios e iniciativas. Como hace LUNA y tantas otras personas en todos los rincones del mundo. Para la mayoría de nosotros, es una cuestión de defensa propia. Para la especie, cuestión de supervivencia.