Los trabajadores de la Justicia y los jueces y magistrados naturales y ordinarios, en general y en su mayoría, se parten el pecho diariamente, se dejan media vida en impartir justicia honorablemente y ello en condiciones muchas veces adversas y con medios escasos siempre.

Pero mientras esto sucede, los altos tribunales, la Audiencia Nacional (hija natural del TOP) y las altas instancias del Poder Judicial están siendo atacadas por “microorganismos” partidistas patógenos. Actuan como esos hongos que producen la descomposición de la materia, en definitiva, la podredumbre y la corrupción que, como en el pescado, en la Justicia también empieza por la cabeza. Es un olor repugnante, dulzón y casi palpable que se extiende por todo el cuerpo social. Es lo que decía el Marcelo de Shakespeare: “Algo huele a podrido en el Estado de Dinamarca”.

El bloqueo intencionado en el relevo de la cúpula del Poder Judicial, por parte del PP,  que incumple “sin complejos” la Constitución,  hace que  la cúpula de la Justicia se vea afectada por agentes  patógenos, que  están produciendo una creciente gangrena en uno de los órganos fundamentales del cuerpo democrático: el poder judicial. Es el partidismo de la Justicia y la judicialización de la política, que corrompe la democracia porque borra la imprescindible separación de los poderes.

Uno de los efectos perversos mas perjudiciales de este virus partidista en la Justicia se ha producido en el proceso del “procés”. Tras una instrucción sinuosa, unas acusaciones desmesuradas y unas resoluciones y sentencias de dudosa sindéresis y equidad, según un amplio sentir de la ciudadanía, la autorizada opinión de expertos juristas y resoluciones de tribunales europeos, el Tribunal Supremo pone ahora palos en la rueda para que el Ejecutivo pueda aplicar, según sus competencias y facultades, un posible indulto a los independentistas encarcelados que, por lo menos, actuaría de cierto paliativo en el conflicto. Con ello, el Tribunal Supremo suministra también abundante combustible a la ultra derecha y a lo más reaccionario del país, que siempre eligen la razón y la ley de la fuerza, sobre la fuerza y la ley de la razón.

Da la impresión de que la derecha de este país, tan ultra toda ella, necesita que nuestros conflictos nunca se resuelvan para ellos lucir y relucir. Esto se ve muy bien en su reiterada y ya cansina invocación a ETA, pasados ya tantos años de su derrota y disolución. Parece que contra ETA vivían mejor.

Flaco favor hace hoy una Justicia, así dañada, a la resolución de un conflicto político, como el de Cataluña y España, que solo puede y debe tener una salida democrática, negociada, pacífica y política.

En la foto de LILA una de las MENINAS DE CANIDO (Ferrol), de BEATRIZ CLARA que, ya en 2018 y con agudeza crítica, recoge la imagen que ofrece a muchos la Justicia de este país.

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