EL “neofranquismo” está aquí y trata de quedarse. Me refiero a Vox y al sector “aznarista” que, momentáneamente, gobierna el PP. Y nos conviene a todos saber con quien nos estamos jugando los cuartos.

Los neofranquistas son homologables a los grupos de la extrema derecha que pululan por Europa. Homologables pero con diferencias. Que también las tuvieron sus padres: El Fascismo, el Nacionalsocialismo y el Nacionalsindicalismo de Falange Española.

Karl Löwit, el filósofo alemán discípulo y a la vez crítico muy duro de Heidegger, judío y expulsado de Alemania, describía con sutil lucidez las diferencias entre nazis y fascistas (a los falangistas no los conoció de cerca) y decía: “Musolini llegó a legitimar su dictadura diciendo que los hombres estaban cansados de la libertad y contentos de que les mandasen”, mientras “que en Alemania los catedráticos y los periodistas habían descubierto que ‘la verdadera libertad era la obligación”. “El alemán asume el nacionalsocialismo como una doctrina y lo convierte en una cosa muy seria; el italiano contempla el fascismo como un medio para lograr un objetivo y, a nivel individual, no se implica en absoluto. El alemán es pedante e intolerante, pues siempre asume todo como un principio, separándolo de la persona; el italiano aún es humano cuando lleva la camisa negra porque posee una tolerancia natural hacia las debilidades humanas. En el fondo el italiano es un escéptico que no da más importancia de la que verdaderamente tienen a las cosas de la vida…” “El italiano conoce el mundo a través de su propia experiencia, el alemán se forma una `cosmovisión’”.  A parte de diferencias de carácter sicosocial y cultural similares a las que Löwith nos describe entre el fascismo y el nacismo, por un lado, y el franquismo por otro, las diferencias también son de carácter histórico, político y de contexto social. Realmente todo es fascismo execrable, como también piensa Löwith, pero la extrema derecha se adapta al tiempo, que destroza, y al espacio que infecta.

Fascismo y Nazismo cuajaron, gobernaron y todo lo demás en Europa. En nuestro caso el Nacionalsindicalismo de FE fue absorbido, deturpado y utilizado por Franco y por tanto nunca cuajó, como tal, ni gobernó ni todo lo demás. Aquí lo que perpetró Franco fue una suerte de “bonapartismo militarista, populista  y confesional”, cuyo instrumento era el Movimiento Nacional que englobaba  a Falange y Requetés, para disolverlos, y a todo lo que se moviera, para embridarlo. Esta es evidentemente una peculiaridad española. También las referencias míticas eran y son distintas. Para Musolini era el Imperio Romano que soño empezar a reconstruir con la tan cacareada como pintoresca “conquista” de Abisinia. Para Hitler era la raza aria, el pangermanismo y los ancestrales dioses del paganismo nórdico. Para Franco era la gesta contra el moro, la reconquista, el imperio donde no se ponía el sol y la defensa de la fe católica. Por eso Abascal se presentó, a la ciudadanía española de cristianos viejos, como un caballero medieval, adalid victorioso a lomos de su potro alazán, lanzando gruesos improperios contra las hordas moras que tratan de invadirnos por el Estrecho. Fue grotesco, pero lo hizo, lo vivió eufórico y trató de insuflar entusiasmo a sus huestes. Y no olvidemos que, para Aznar, la presencia del terrorismo islamista revela que la reconquista aún no ha concluido. Así lo llegó a decir, orondo y ufano, en una universidad americana, creo.

Ahora las cosas han cambiado en Europa y la extrema derecha se separa de los neonazis en Alemania, trata de que no la confundan con ellos en Francia y reniega del fascismo, como tal, en Italia. Nazismo y fascismo fueron derrotados militarmente, sus caudillos han muerto, pero no en su cama, aquellos partidos fueron execrados y las administraciones depuradas en lo posible. Hoy la extrema derecha europea no tiene más remedio que ser otra cosa, al menos para sobrevivir de momento. Pero España es diferente como bien dijo Fraga. Aquí fueron los demócratas los que perdieron la guerra, Franco murió en la cama, el franquismo fue amnistiado, el dictador fue pública y oficialmente venerado hasta ayer, la Iglesia católica mantiene su poder e influencia, actúa como en un Estado confesional, los asesinados por la represión franquista siguen en las cunetas y sobrevive una fundación para la exaltación de Franco y del franquismo subvencionada con dinero público. Aquí realmente no necesitan abjurar  públicamente del franquismo porque nadie ni nada se lo ha  exigido, siquiera formalmente, hasta ahora. Pero saben que la inmensa mayoría de la ciudadanía española repudia, rechaza y se avergüenza del franquismo y, por ello, lo que hacen Aznar y Abascal es orillar el tema y blanquear lo que puedan la dictadura, ayudados por un rosario de medios de comunicación que están por la labor. Son muy conscientes de que lo importante es conseguir que la extrema derecha llegue al gobierno porque creen que, para establecer un régimen autoritario de recia servidumbre neoliberal, es verdad que hay que tirar algunos muebles, como las leyes más sociales en torno a libertades y cobertura social, pero que hay otros muebles que les sirven porque provienen de la vieja casa.

La ciudadanía en general y los demócratas han de tener claro que se están jugando los cuartos, no con conservadores o liberales de una derecha democrática como son muchos militantes y votantes del PP o de Cs, sino con el neofranquismo puro y duro, perro fiel del neoliberalismo más radical, que busca un régimen autoritario en torno a la Corona, de la que saben mantiene intacto el cordón umbilical que la une al régimen de Franco. Esto es lo que quieren y pretenden Abascal en VOX, Aznar desde su minarete de FAES y Casado con su cuadrilla dirigente de indocumentados y botarates, que son personas de poco juicio y que obran con poca reflexión. Pero, ojo, que los botarates están hoy en la cresta de la ola.

En el fondo y a medio plazo poco o nada tienen que hacer porque su capacidad técnica y política es nula para afrontar y resolver problemas y situaciones económicas, sociales y políticas complejas como las que plantea la realidad actual, pero son muy peligrosos porque retrasan las salidas y las soluciones, porque son sembradores de odio y de violencia y porque pueden imponerse, en todo o en parte, durante negros periodos, que siempre resultarán largos y nos condenarán a seguir llegando tarde a todas partes.

Esto, más o menos, es lo que son y lo que pretenden. Creo.

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