Cruzando los dedos, porque ya sabemos como se las gastan los urcos cancerberos del dinero y del poder, deberíamos mirar a Chile, que se refunda y rompe el putrefacto cordón umbilical que lo mantenía ligado a la herencia de Pinochet. En Chile se acaba la transición y se empieza a transitar por las “grandes alamedas” que diseñó y defendió con su vida Salvador Allende. Los que continuamos atascados en una transición que se nos hace eterna, podemos ver en Chile un bello horizonte deseable y alcanzable cuando, un día venturoso, nuestras “grandes alamedas” también se abran.

Una Convención Constituyente de 77 mujeres y 78 hombres, elegidos democráticamente, empieza su trabajo a plazo fijo -365 días- para elaborar la Carta Magna de la nueva democracia chilena. Preside la Señora Elisa Loncón, una mujer mapuche que viene de la Araucanía. La presidenta se dirigió a todas las chilenas y chilenos con unas palabras iniciales en lengua mapuche, el mapudungun (literalmente: lengua dela tierra), y les anunció que Chile se “refundará” y se convertirá en “un país plurinacional e intercultural que cuidará a la madre tierra y a las aguas”.

Quiero mirar a Chile porque necesitamos esperanza para seguir viviendo e izo aquí la bandera mapuche porque el resurgir vigoroso y lozano de estos pueblos, desde el exterminio genocida que sufrieron, da alas, razones y argumentos a esa esperanza.

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