Si alguien tira tu primoroso pañuelo, blanco y limpio, a un estercolero o a un lodazal probablemente lo abandonarás allí, dolido y asqueado. A no ser que la prenda tenga para ti un especial valor por ser, por ejemplo, herencia y recuerdo de tus abuelos o de tus padres. En este caso,  vencerás el asco, lo rescatarás, lo limpiarás concienzudamente, lo restaurarás y volverás a lucirlo con orgullo y también con cuidado para que nadie lo pueda dañar.

Bien conocido es, a estas alturas, el estercolero y lodazal de las derechas extremas de este país donde burbujean las heces del insulto, la insidia, el bulo y la calumnia, la deshumanización del adversario, la descalificación radical e  hiperbólica, las miasmas del odio de género, racial o de clase, la violencia política,  verbal de momento, y demás detritus de la vileza humana. Todos los días vemos, no solo pero sí principal y mayoritariamente, a personajes de Vox y a algunos del PP, como Dña. Isabel Díaz Ayuso (IDA) por ejemplo, que vierten basura al lodazal, con la finalidad de que en él se revuelque y refocile su carpetovetónica clientela.

Pero recientemente la Sra. Ayuso ha tirado al estercolero un precioso y prístino pañuelo blanco, eso sí, mal envuelto en un trapo sucio, para tapar la belleza y el valor de la prenda. El valioso pañuelo blanco era el intento atribuido al Gobierno y a sus socios de “instaurar en España una república federal laica” y el sucio envoltorio era la afirmación gratuita de Ayuso de que el intento se llevaría a cabo “al margen de los mecanismos constitucionales”.

Efectivamente, es verdad que en el horizonte de los demócratas, de las izquierdas, de los progresistas, de los liberales, socialdemócratas y democristianos españoles estuvo  y está alcanzar el desarrollo pleno de la democracia  española en una República Federal y Laica: un bello pañuelo blanco heredado de nuestro padres y que nuestras madres bordaron con hilos de sangre, sudor y lágrimas, Ello se pretendía mediante el desarrollo legislativo natural de la Constitución del 78 y de su futura reforma, constitucionalmente posible y prevista. Y las cosas iban por ese camino en los primeros años de la transición, hasta que con el golpe de Estado del 23-F se impuso la lectura  más reaccionaria y franquista de la Carta Magna y la anquilosis  y parálisis del sistema, cuando no su involución , consagrando y sacralizando una Monarquía parlamentaria otorgada por Franco, una España eternamente invertebrada, como seguramente diría Ortega, y una aconfesionalidad,  pro-católica de tapadillo, que asegura la supervivencia  del nacional-catolicismo. Y este es el ideario y la España, contrarios al desarrollo democrático  natural, que se impusieron con el golpe de estado  del 23-F  de 1981 y a los que hoy se amarran Vox, la Sra.  Ayuso con sus secuaces y los sectores más reaccionarios de las derechas.

Lo que no es verdad en absoluto es que las izquierdas pretendan alcanzar la República “al margen de  los mecanismos constitucionales”. Al contrario, lo de saltarse los mecanismos y preceptos constitucionales  es, objetivamente, practica  recalcitrante y reincidente de las derechas. “Donde se prueba lo dicho” con el ejemplo del secuestro de  la renovación del Poder Judicial o del T.C. por parte del PP.

Debemos pues rescatar del lodazal nuestro hermoso pañuelo y frustrar así el intento de la Sra. Ayuso de llenarlo de mierda. Sí queremos para España una República Federal y  Laica y, además, lo pretendemos por la vía política pacífica de la reforma constitucional o, en su caso, de la instauración democrática de una nueva Carta Magna. Una República como Portugal, Francia o Italia; Federal como Alemania, Suiza o Austria; y  “Laica”, sin tapujos ni trampantojos, como lo son nuestros socios europeos.

Vamos, yo lo digo por mí.

 

 

 

 

Comparte esta entrada