La periodista y escritora bielorrusa, premio Nobel de literatura, Svetlana Alexiévich está en peligro por pertenecer al Consejo de Coordinación Opositor, que se enfrenta al dictador bielorruso, Aleksandr Lukashenko, que acaba de amañar su enésima elección. La oposición ha estallado en la calle, la represión está siendo extremadamente violenta y los miembros del Consejo de Coordinación Opositor han sido reclamados por la Justicia del régimen a declarar. Todos los miembros de este Consejo, que reclama elecciones democráticas limpias y que incluso no excluirían la candidatura del actual presidente, son por ello objeto de persecución y pueden ser encarcelados y torturados, como están haciendo con miles de opositores.

Svetlana Alexiévich se ha servido de su trabajo periodístico, impecable, para construir una obra literaria extensa que hace que las mujeres cuenten lo que nunca les dejan contar a ellas con su propia voz. La segunda guerra mundial, la caída del mundo soviético, la catástrofe de Chernobil que tanto afectó a Bielorrusia o la guerra de los rusos en Afganistan son hechos contados, en los libros de Alexiévich, por mujeres. “Los libros que hablan de las guerras son incontables”, dice Svetlana, “Sin embargo siempre han sido hombres escribiendo sobre hombres…Las mujeres guardan silencio y si de pronto se ponen a recordar no relatan la guerra femenina, sino la masculina. Se adaptan al canon”. Concluye Svetlana que los hombres cuentan “cómo personas matan a otras de forma heroica y vencen o son derrotadas. Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene su propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo seres humanos involucrados en una tarea inhumana”.

La dictadura puede acallar, dramática y violentamente, una de las voces europeas que más han hecho por reivindicar la acción decisiva  de las mujeres en la historia del siglo XX y por dar a conocer su relato veraz, pegado a los seres humanos y a la tierra.

El primer libro que leí de la premio nobel bielorrusa fue “La guerra no tiene rostros de mujer” (Nov. 2015. Ed. DEBATE) y me impresionó el complejo, sutil y concienzudo  trabajo de la Alexiévich para rescatar los relatos limpios de decenas de mujeres que se sueltan y esculpen con sus propias palabras un verdadero monumento a la experiencia femenina en la reciente historia de Europa.

Supongo que en estos momentos ya se están movilizando en todo el mundo miles de mujeres y hombres en defensa de Svetlana Alexiévich y de sus compañeras y compañeros involucrados en la lucha por la democracia en su país.

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