La apertura oficial de la campaña electoral es un mero trámite porque nuestros prebostes están siempre en campaña. Pero en Galicia, además, la campaña electoral real se inicia, ineludiblemente, con un disparo de salida que da La Voz de Galicia, columna vertebral mediática del país. Con pronunciada escoliosis, pero columna vertebral. La Voz abre la campaña con el inicio de la publicación de un tracking. Sondeo diario que debería servir para conocer la evolución de la querencia del electorado, y así se justifica,  pero que, en realidad, se cocina y se utiliza para orientar y dirigir el voto de los electores en el sentido de los intereses de la empresa y del periódico que lo promueve y publica. Para La Voz de Galicia las elecciones autonómicas son siempre cruciales y decisivas, además de ser  importantes como lo son para todos los gallegos. No en vano es la empresa de comunicación que más dinero recibe de la administración gallega por múltiples cauces, con variados pretextos y diversas coartadas. Y estas, como se puede bien comprender, son “las cosas de comer” para la empresa y para el grupo mediático. Esto lo sabe todo el mundo, pero casi nadie se atreve a decirlo en alto. Tampoco los otros medios, porque, aunque menos, también reciben lo suyo y la vida está muy achuchada.

En esta ocasión, la cosa debe preocupar especialmente a la entidad porque además de abrir la campaña con el usual tracking el día 21, al día siguiente se publicó uno de esos artículos del Editor, Santiago Rey Fernández-Latorre, de claro carácter editorial, con ínfulas estratégicas y evidentes pretensiones de marcar territorio, que hace  permanecer en el periódico varios días y que es pasto de comentarios de los colaboradores en nómina. Esta vez el editorial lleva un título imperativo y conminatorio: “Cambien de Rumbo”. Título que despista mucho porque, leído el texto, te das cuenta de que, lo que exige más que propone, es que los que, sí ya han cambiado del rumbo, lo rectifiquen y vuelvan atrás. En realidad Santiago Rey hace suyas las palabras de Don Diego Tello que recurrió a la Virgen para que curara su ojo dañado por la pólvora, se untó los dos con el aceite bendito y cuando los abrió no veía por ninguno de ellos. Compungido el caballero sevillano suplicó: “¿Madre de Dios, siquiera el que traje”. De ahí dicen que viene lo de “¡Virgencita, Virgencita que me quede como estoy!” Y esto es lo que pretende, como se ve por lo que escribe, Santiago Rey. Lo que bien se puede comprender, dado que cualquier cambio podría acabar con el largo periodo de lactancia de la teta pública, que tan lustroso lo mantuvo durante tantos años.

Esa es la estrategia. La táctica es distribuir propinas y limosnas y, sobre todo, sembrar el miedo y la preocupación entre el personal para inducirlo a que también prefiera lo malo conocido y, acojonado,  le pida a la Virgen quedarse como está. Ahora habrá que ver si el personal traga o si los prebostes se atragantan.

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