Todas las comunidades, naturalmente, pretenden avanzar en la llamada desescalada y para ello tratan de cumplir con los criterios de seguridad sanitaria marcados y, si los consideran alcanzados en todo o en parte, defienden su posición ante el Gobierno central con toda legitimidad. Pero, en todo caso, acatan la decisión del llamado mando único y se ponen al trabajo de alcanzar los requisitos exigidos. Todos menos Madrid. Madrid trata de pasar de fase sin las garantías sanitarias mínimas, sin intención política de asumir los criterios de la desescalada, retrasando o maquillando la información requerida y estimulando, directamente, a través de VOX, o solapadamente con el PP, la desobediencia a las directrices de protección y prevención marcadas en la lucha contra el virus. El Gobierno de la Comunidad de Madrid, que no los madrileños en su inmensa mayoría, avanza muy peligrosamente en un proceso de rebeldía que está poniendo en peligro la salud y la vida de muchos ciudadanos y ciudadanas, que ya han sufrido muy especialmente la enfermedad y la muerte con el maldito virus; en parte por las condiciones objetivamente favorables para la expansión de la epidemia como, por ejemplo, la alta concentración de la población y, en otra buena parte, por una gestión neoliberal nefasta y temeraria de la sanidad pública y de las residencias de mayores, abandonadas a una gestión privada salvaje. Esto no es una escaramuza politiquera, ni el debate que aborda una discrepancia política, sino que se trata de un problema que afecta a todo el país por sus consecuencias sanitarias y económicas y que puede condicionar, incluso, el deseado fin del estado de alarma. No deberíamos renunciar a que todo el país recupere, cuanto antes, la normalidad democrática y el consiguiente normal disfrute de todos los derechos y libertades. Y si el Gobierno de Madrid persiste en su desobediencia y en su proceso de rebeldía, pues se le aplica el 155 y a los demás que nos dejen tranquilos. Ya que estamos, si el 155 se aplicó, sin complejos, a Cataluña, para que no se nos independice, no veo yo por qué no a Madrid, para que no se nos mate. Ya que estamos. Ya que estamos en el país de las ocurrencias.
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